Lolina fue para mí y para mi familia más que una amiga, como una hermana, y sobre todo una luz en nuestras vidas. Desde 1958 compartimos risas, alegrías y momentos inolvidables, creando lazos que transcienden el tiempo.Su generosidad y amor incondicional dejan una huella imborrable en nuestros corazones. Siempre estarás presente en nuestras memorias y en el cariño que brindaste a cada uno de nosotros y mis hijos, Gerardo, Dión, Verónica, Consuelo y yo te agradecemos los años de amistad, apoyo y amor compartido, junto con el de tu cuidadora Ática, cuyas atenciones han sido realizadas con tanto cariño y esmero.Todos los que tuvimos la oportunidad de conocerte, incluyendo a los alumnos que recibieron tus enseñanzas, te extrañaremos profundamente